El final de Chávez
Era cuestión de fechas, de elegir un día en el calendario
para anunciar lo que ya muchos imaginábamos. La noticia de la muerte de Hugo
Chávez se ha producido en la tarde del pasado martes, pero desde hacía meses
era predecible su pronto final. Los medios oficiales cubanos habían mantenido
la versión de su lenta pero ascendente recuperación, para deslizar sólo en las
últimas semanas los detalles de algunas complicaciones. Como un guión bien
cuidado fue manejado el asunto, como un guión escrito en la Plaza de la
Revolución de La Habana, por dos hermanos a los que el fallecimiento de su
discípulo de Miraflores, los ha dejado en una situación muy delicada.
Sin embargo, no han podido demorar más el obituario, pues la información es tan difícil de guardar por estos días, como el agua en el cuenco formado por dos manos. Así que finalmente han encontrado un día para contarle al mundo el secreto mejor guardado de Cuba, sólo comparable en hermetismo con la propia enfermedad de Fidel Castro. Ahora vendrá el duelo, los crespones negros, los panegíricos sobre el difunto, pero también comenzarán a ventilarse las incongruencias entre los partes médicos que se publicaron y el fatal desenlace que ha tenido la situación clínica del Comandante. Las mentiras quedarán más en evidencia, las exageraciones se percibirán más burdas y la verdad le pasará factura a los líderes del chavismo dentro de Venezuela. También a los ancianos dirigentes cubanos les tocará su cuota de responsabilidad por la falta de transparencia con que manejaron la convalecencia de un presidente extranjero tratado en nuestro territorio nacional. Los ciudadanos venezolanos tienen derecho a exigir una explicación de cómo y cuándo fue realmente el deceso de su líder, habrá que ver si Raúl Castro está dispuesto a darla.
Sin embargo, no han podido demorar más el obituario, pues la información es tan difícil de guardar por estos días, como el agua en el cuenco formado por dos manos. Así que finalmente han encontrado un día para contarle al mundo el secreto mejor guardado de Cuba, sólo comparable en hermetismo con la propia enfermedad de Fidel Castro. Ahora vendrá el duelo, los crespones negros, los panegíricos sobre el difunto, pero también comenzarán a ventilarse las incongruencias entre los partes médicos que se publicaron y el fatal desenlace que ha tenido la situación clínica del Comandante. Las mentiras quedarán más en evidencia, las exageraciones se percibirán más burdas y la verdad le pasará factura a los líderes del chavismo dentro de Venezuela. También a los ancianos dirigentes cubanos les tocará su cuota de responsabilidad por la falta de transparencia con que manejaron la convalecencia de un presidente extranjero tratado en nuestro territorio nacional. Los ciudadanos venezolanos tienen derecho a exigir una explicación de cómo y cuándo fue realmente el deceso de su líder, habrá que ver si Raúl Castro está dispuesto a darla.