segunda-feira, 31 de maio de 2010

Santuário da Mãe de Deus em Jacarezinho

No alto de uma suave colina aparece uma capelinha em estilo germânico, em um espaço rodeado pela floresta tropical. O bucolismo do lugar acerca-nos à espiritualidade. Fundada por padres alemães, a capelinha minúscula, integrada como uma flor preciosa à paisagem, tem como padroeira a Virgem de Schonchatt que apareceu na Alemanha nos primórdios do Séc. XX.
A tranquilidade dá asas ao recolhimento interior e um poente magnífico nos eleva ao Criador...
No próximo dia 13 de Junho, haverá a Coroação da Virgem em cerimônia presidida pelo Bispo de Jacarezinho, Dom Fernando.
A segui algumas imagens do Santuário.

domingo, 9 de maio de 2010

ENTREVISTA: LULA: EL CARNAVAL Y NO LA GUERRA Luiz Inácio Lula da Silva Presidente de Brasil

"Hay que cambiar la ONU. Si sigue así, no servirá para el gobierno global"

Prefiero un carnaval a una guerra". Posa su mano de obrero sobre mi rodilla, en un ademán de complicidad, de camaradería, de evidente franqueza, porque esa es su fuerza y su convicción, la de comportarse como lo que es, como verdaderamente le miran los brasileños, "soy uno de ellos, uno como ellos", viene de donde ellos vienen, habla como ellos hablan, "no soy un extraño en el nido", y hasta que llegó al poder vistió como ellos visten, "aunque trabajé durante veintisiete años bajo un overol nunca me encontré a gusto; con dos meses de corbata no tuve dificultad en acostumbrarme a ella, es una bonita prenda". Me viene a las mientes la reflexión de Sancho Panza antes de ocuparse como regidor de la ínsula, "vístanme como quisieren, que de cualquier manera que vaya vestido seré Sancho Panza", porque la sotana no hace al cura, y Lula es Lula cualquiera que sea su atuendo, "me comunicaron que tenía que ir de frac a la cena de palacio con el rey de España, mandé decirle a Juan Carlos que yo no usaba eso y aquí en Brasil muchos me criticaron, ¡qué falta de elegancia, de capacidad para ejercer la Presidencia!, hasta que el Rey llamó, venga como usted quiera, pues de traje y corbata, porque no quiero ser visto como un extraño en mi pueblo, lo que pasa es que la liturgia del poder está toda preparada para alejarte de aquél, cuando eres candidato vas a cielo descubierto, saludando, pero una vez llegas a presidente te montan en un coche blindado y nunca más ves el rostro de los ciudadanos".

Me pregunto a qué se parecen más las huelgas, si a las guerras o a los carnavales. Luiz Inácio Lula da Silva fraguó su carrera política en las movilizaciones populares, en la agitación callejera y en la lucha a pie de obra en defensa de los derechos de los trabajadores. Casi millón y medio de obreros brasileños fueron a la huelga, capitaneados por él, durante el año 1979, y a partir de esa fecha este correoso dirigente sindical emprendió una carrera política llena de altibajos que le llevaría un cuarto de siglo más tarde a la presidencia de la República. "Es notable que ni yo ni mi vicepresidente, un empresario de éxito, tengamos título universitario", señala con cierto tono de orgullo que irrita a la oposición por la ambigüedad que ese mensaje puede representar en un país en el que la educación es propósito fundamental del Gobierno y empeño necesario para acabar con las desigualdades y la pobreza. Pero lo que él quiere transmitir es que la democracia funciona en Brasil, que no son los méritos profesionales, académicos ni de cualquier otro género, sino la voluntad de los electores la que es decisiva para llegar al poder. Un poder del que Lula se apeará, al menos formalmente, el próximo mes de diciembre después de ocho años de ejercicio en el cargo, y del que sale rodeado de tal popularidad que algunos esperan verle levitar en cualquier momento, como hacía el curilla de García Márquez en Cien años de soledad, sólo que a base de ingerir café brasileño, que él consume a cada rato con avidez, en vez de tazones de chocolate.

"El momento más extraordinario del poder es el periodo entre el día de la victoria y la toma de posesión. Luego uno ve que las cosas no son tan fáciles, estás ante una carrera de obstáculos. Yo tendría motivos de sobra para decir que a mí el poder me ha dado más alegrías que tristezas, porque pocas veces en la historia de Brasil sucedieron cosas tan importantes como durante mi gobierno, pero me iré lamentando lo que no he podido hacer, la reforma del Estado, por ejemplo. No hemos sido capaces de procurarle mayor agilidad; desde que tomamos una decisión hasta que se ejecuta nos topamos con quinientos obstáculos en nombre de la democracia. Está el Congreso Nacional, con sus dos Cámaras, la Administración pública, los sindicatos, la justicia, las cuestiones ambientales, donde las ONG son muy activas... o sea, que pasan dos años y medio o tres antes de que un proyecto cristalice. Hace falta un consenso que nos permita eliminar tantas dificultades y retrasos. No podemos renunciar a la fiscalización, pero tampoco es aceptable utilizarla como una manera de impedir que se hagan las cosas que Brasil necesita".

Su pragmatismo, su campechanía, su sentido común, todo en él recuerda al gobernador de la Barataria. Casi ocho años después de ocupar la primera magistratura de la República, sus maneras personales, su método de trabajo, su aire decidido y socarrón son los del Lula joven que, huyendo de la burocracia sindical, se reunía por las tardes en la taberna regentada por Tía Rosa en San Bernardo del Campo, donde él todavía mantiene el domicilio familiar. Allí, con sus compañeros de lucha, un grupo de amigos antes que un comité organizado, preparaban entre chato y chato las movilizaciones en defensa de un mayor salario para los obreros. Ninguna ideología alimentaba sus acciones, que enseguida estuvieron apoyadas, sin embargo, por los movimientos de base católicos. "El PT no hubiese existido sin la ayuda de millares de curas y comunidades cristianas de Brasil, le debe mucho al trabajo de la Iglesia, a la teología de la liberación, a los sacerdotes progresistas. Todo ello contribuyó a mi formación política, a la construcción del PT y a mi llegada al poder. Mi relación personal con la Iglesia católica ha sido y sigue siendo muy fuerte, pero somos un país laico, tratamos a todas las religiones con respeto". Le interrumpe por un momento su jefe de gabinete, Gilberto Carvalho, "este era seminarista, iba para cura, y lo abandonó para venirse al PT, para construir conmigo", y despacha un par de asuntos a la sombra de un crucifijo gigantesco que preside su mesa de trabajo, mientras yo me barrunto que para algunos peteros de la época la agitación política era también una especie de sacerdocio. La influencia religiosa ("esta es la Iglesia más progresista de América Latina, probablemente del mundo") es evidente también en el tratamiento de las leyes de aborto en Brasil, aunque el presidente busca la equidistancia. El Vaticano "tiene una actitud muy conservadora sobre este punto. En Brasil, el aborto está prohibido, salvo en caso de violación de la madre. Yo, como ciudadano, soy contrario al aborto, y no creo que haya ninguna mujer que se muestre favorable a él porque genera un gran sufrimiento a quien lo practica. Pero como jefe de Estado pienso que se trata de una cuestión de salud pública. Debemos proteger a las chicas que tratan de abortar ellas mismas metiéndose agujas en el útero y cosas así. El Estado tiene la obligación de atender a esas personas".

Para los progres europeos, que adoran a Lula, una declaración de este género puede resultar decepcionante, tanto como la que él mismo ha hecho muchas veces en el sentido de que no se considera de izquierdas. "Mi trayectoria, mi perfil político, mi vida en el sindicato, la creación del PT, me caracterizan, desde luego, como un izquierdista. Pero el propio PT es una novedad en la izquierda mundial. Nació contra todos los dogmas de los partidos marxistas-leninistas, que obedecían fielmente a Rusia o China. Al principio era algo parecido a una hinchada del fútbol; un grupo de obreros que, junto con el movimiento social, la Iglesia católica y algunos intelectuales que habían creído y participado en la lucha armada, decidieron crear un partido político. No teníamos entonces un programa definido y a mí nunca me gustó que me encasillaran, menos aún al asumir la presidencia. Un jefe de Estado no es una persona, es una institución, no tiene voluntad propia todo el santo día, sino que tiene que llevar a cabo los acuerdos que sean posibles. He aprendido eso en el poder y creo que ha sido bueno para Brasil. No puede ser que me guste un presidente porque es de izquierdas y otro no, por ser derechista. Me llevé bien con Aznar y me llevo bien con Zapatero; tengo que relacionarme con Piñera en Chile igual que lo hice con Bachelet. En el ejercicio del poder soy un ciudadano, ¿cómo diría...? multinacional, multiideológico, ¿no?".

Con sus ojos brillantes, inquietos, reclama mi aprobación para ese pragmatismo, y se transforma de pronto en un agitador de la torcida, la hinchada brasileña; se levanta, se sienta, se vuelve a erguir, sonríe primero, luego se estremece, se desternilla, te guiña el ojo, busca la cercanía, el cariño, soy un brasileño más, un ciudadano más de este país que es capaz de contagiar la alegría, de este país con trescientos días de sol al año, de este país inmenso, autosuficiente, pacífico, "del que estamos tratando de eliminar cincuenta o sesenta años de atraso, de desconfianza, años en que nadie quería invertir aquí. Y por eso estamos construyendo un capitalismo moderno, el Estado de bienestar. Cuando entré en el Gobierno, Brasil no tenía crédito, no tenía capital de trabajo, ni financiación, ni distribución de la renta. ¿Qué coño de capitalismo era ese? Un capitalismo sin capital. Resolví entonces que era preciso primero construir el capitalismo para después hacer el socialismo; hay que tener qué distribuir antes de hacerlo. Si el país no tiene nada, no hay nada que distribuir, y los empresarios tienen que saber que hay que pagar salarios un poco mayores para que la gente pueda comprar los productos que fabrican. Esto ya lo decía Henry Ford en 1912".

Estamos en plena campaña electoral y Lula aprovecha para hacer la propaganda de su partido, se le escapan algunas críticas acerbas, probablemente injustas, contra su antecesor, el socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso, tiempo atrás compañero suyo en la lucha contra la dictadura y con el que ahora no se muestra en absoluto generoso. Pero el milagro brasileño empezó precisamente con Cardoso, un profesor respetado y un demócrata ejemplar que niveló las cuentas públicas y venció la inflación. Lula hace un balance diferente. "Hoy el Banco de Brasil tiene más crédito que el de todo el país cuando llegué al poder. De modo que cuando yo deje la presidencia habremos creado más de catorce millones de puestos de trabajo en ocho años. Sólo China e India pueden competir con una realidad así". Le interrogo entonces sobre si eso es un triunfo del capitalismo y enseguida se apresura a aclarar que es un triunfo de su Gobierno "porque ha tenido el coraje de enfrentarse a la crisis, en vez de quejarse: haciendo inversiones, desgravando la actividad en sectores clave para la economía, emprendiendo muchas obras públicas. Si Brasil mantiene en los próximos cinco años seriedad en las políticas fiscal y monetaria, en las inversiones y el control de la inflación, lo tiene todo para transformarse en una potencia respetada en el mundo. Si la economía sigue creciendo entre un 4,5% y un 5,5%, en 2016 puede constituir la quinta economía mundial".

No sé si descubro rastros de la herencia portuguesa en esta ensoñación un poco hiperbólica del presidente, que le hace por momentos alejarse de la sesuda prudencia de Sancho para asemejarle más a la locura idealista de su señor don Quijote, porque mientras Lula habla, las encuestas, allá fuera, siguen dando probable vencedor, aunque por escaso margen, a José Serra, candidato del PSDB, el partido de Cardoso. "Gane el que gane, nadie hará ningún disparate; el pueblo quiere seguir caminando y no volver atrás. Pero déjeme decirle que yo no veo la posibilidad de que perdamos las elecciones". Muchos piensan que si así sucediera, no sería por los méritos de Dilma, la candidata del PT, una antigua guerrillera y una política eficaz, pero sin el carisma que unas elecciones presidenciales demandan, sino por el formidable apoyo que le presta el propio Lula, cuya personalidad lo impregna todo de lulismo, "sí, ya sé que mucha gente, para justificarse, dice, a mí no me gusta el PT, me gusta Lula; gente de derechas, claro. Pasa con otros líderes políticos, Felipe González, por ejemplo. Normalmente las figuras públicas estamos menos ideologizadas que los partidos y tenemos la capacidad individual de congregar en torno nuestro gentes que de ninguna manera se sienten cercanas a nuestras formaciones. Pero no creo que haya un 'lulismo' como tal, prefiero saber que vamos a fortalecer la democracia y que los partidos políticos van a saber organizarse y ser fuertes".

En cualquier caso parece descontada la continuidad en la política económica, que Lula salvaguardó desde un principio nombrando a un antiguo militante del partido de Cardoso gobernador del Banco central. La consecuencia de esas políticas ha sido la prosperidad que permite situar al país entre las potencias emergentes agrupadas en torno a lo que ha dado en llamarse los BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Junto a ellos, Lula ha hecho valer su voz afirmando su independencia como un protagonista de la política internacional singular e inclasificable. ¿Está camino su país de convertirse en una superpotencia? ¿Podría hacerlo sin ser poseedor -el único de los BRIC en esta circunstancia- del arma atómica? "La Constitución prohíbe las actividades nucleares salvo para fines pacíficos, están prohibidas, ¿quiere verlo?", me señala acuciante con su mano mutilada el artículo 21, inciso 23, "el presidente no decide en las cuestiones nucleares, es el Congreso, y no tenemos interés en ser una potencia militar si no es del tamaño de nuestra soberanía. Necesitamos unas Fuerzas Armadas adecuadas para garantizar la seguridad del pueblo, mantener una política de defensa respetable. No queremos invadir ningún país, pero tampoco que nos invadan a nosotros...", le interrumpo, entre irónico y risueño, invadir Brasil me parece difícil, presidente, una tarea casi titánica, y él impertérrito, "no se puede menospreciar la locura de algunos seres humanos, es preciso cuidarse". ¿Cuidarse de quién? No creo que sea de Chávez ("un hombre muy inteligente, aunque a veces comete equivocaciones y él lo sabe") ni de Evo ("un retrato de su pueblo, nadie lo representa mejor que él; en el tema del petróleo, yo comprendí que Brasil tenía que pagar mejor a Bolivia, no peleé con Evo, porque él tenía derecho") ni de Colombia, Argentina o Uruguay ("Brasil ha trabajado mucho con ellos para consolidar la democracia en su plenitud. Tenemos que generar una política de confianza. La doctrina utilizada antes por las grandes potencias era considerar a Brasil como enemigo de América Latina, la gran amenaza; nosotros estamos destruyendo esa visión negativa y demostrando en cambio que podemos ser su gran aliado").

El lulismo, si es que existe, hunde sus raíces en el sindicalismo, la lucha como presión y el acuerdo como respuesta. "El llamado mundo desarrollado tiene que comprender que la geopolítica ha cambiado. La democratización de África y el crecimiento de países como China, India y algunos de América del Sur sugiere una nueva dimensión. Yo no quiero la guerra, soy un hombre de diálogo, y en la cuestión nuclear Brasil tiene una política muy definida. Quiero agotar hasta el último minuto las posibilidades de un pacto con el presidente de Irán para que pueda seguir enriqueciendo uranio, teniendo nosotros la tranquilidad de que sólo lo va a utilizar para fines pacíficos. Mi límite son las decisiones de la ONU, a la que, por cierto, pretendo cambiar porque tal y como está representa muy poco. ¿Por qué Brasil no es miembro del Consejo de Seguridad? ¿Por qué no lo es India? ¿Por qué no hay ningún Estado africano? Si la ONU continúa así de débil, sin representatividad, con países con derecho de veto, nunca va a servir correctamente al gobierno global que se necesita".

Felipe González dice que los ex presidentes son como los jarrones chinos. Todo el mundo en casa sabe que se trata de piezas valiosas que merece la pena conservar, aunque no necesariamente aprecian su belleza y la gente no sabe dónde colocarlos: estén donde estén, siempre estorban el paso. A partir del próximo mes de diciembre, Luiz Inácio Lula da Silva, uno de los políticos más carismáticos, admirados y sorprendentes del último medio siglo, engrosará esa colección de grandes porcelanas. Los visitantes de los museos de cera venerarán su imagen, como la de Lincoln, la de Mandela, la de tantos grandes hombres capaces de surgir desde la nada. Lleno de vida, desbordante de ideas, no le imagino retirado en su piso de San Bernardo, compartiendo con sus vecinos las nostalgias de cualquier tiempo pasado. "El mejor servicio que puede prestar un ex presidente de la República es el de estar callado, dejar gobernar a quien gane las elecciones y él permanecer en silencio". Al buen callar llaman Sancho, pero yo no imagino así a Lula cuando hay tanto que denunciar, tanto que demandar, tanto que proponer. Entonces, quizá se limite a estar ausente, o lejano. "Voy a salir del Gobierno habiendo cosechado un montón de políticas exitosas y quiero compartir ese aprendizaje, esa auténtica lección vital, con países más pobres de América Latina y de África. No sé si lo haré a través de una fundación, porque en ningún caso quiero emprender nada que no esté en consonancia con el Gobierno. Sólo quiero transmitir a los demás la experiencia que adquirí, porque los pobres no tienen acceso a los gobernantes, los pobres no van a los cócteles, claro, y eso que no hay político que gane una elección hablando mal de ellos, puede denostar a los banqueros, a los grandes empresarios, pero a los pobres... de ninguna manera, en campaña electoral un pobre es la cosa más extraordinaria del mundo. Eso sí, una vez que el candidato gana la votación termina su mandato sin reunirse con un pobre ni una sola vez, sólo sabe que existen por lo que lee en los periódicos, no hay interacción, no hay vínculo. Yo, las próximas navidades, cuando mi periodo llegue a su fin, quiero invitar de nuevo a los cartoneros de São Paulo, hace ocho años que me reúno con ellos en palacio por esas fechas (también lo he hecho con los sin casa, con los okupas), y hemos comprobado que esa gente no quiere parar de recolectar papel, pero aspira a una existencia más digna, o sea, que organizamos cooperativas, centenares de ellas en todo Brasil, financiadas por el Estado, que permiten trabajar a cientos de miles de personas, capaces de llevar todos los días a su casa algo que comer gracias al resultado de su trabajo".

Cuando todo eso suceda, el palacio presidencial ya habrá sido reconstruido. De momento, Lula se aloja en unas oficinas prestadas del centro cultural del Banco de Brasil mientras los operarios se esfuerzan en recuperar las ajadas estructuras de Planalto, cuya remozada construcción no pudo estar a punto para la celebración del cincuentenario de Brasilia. Pero el próximo 23 de diciembre el presidente se despedirá de sus cartoneros paulistas en los aposentos elegantes y sobrios destinados al primer magistrado de la nación. Quizá lo haga pensando, como Sancho en su partida, que "saliendo yo desnudo como salgo, no es menester otra señal para dar a entender que he gobernado como un ángel". Seguro estoy, al menos, de que el cronista de ese momento venidero podrá de nuevo relatarlo con las mismas palabras de Cervantes: "Abrazáronle todos, y él, llorando, abrazó a todos, y los dejó admirados, así de sus razones como de su determinación tan resoluta y tan discreta". Vale.

sábado, 1 de maio de 2010

TRILEMA TRIDENTINO

Carlos Manuel Pona Pinto Carreira,
Doutoramento em Ciências Sociais na Especialidade de Relações Internacionais,
Instituto de Ciências Sociais e Políticas da Universidade Técnica de Lisboa, Portugal

INTRODUÇÃO
Sobre a questão de Portugal ser um país atlântico ou um país europeu
A questão de se saber se Portugal é um país atlântico ou um país europeu tem incorporada uma pendenga mais aguda e mais profunda que transcende a nossa geografia e tresanda a “memento mori” (Moreira, 2003, p. 45).
Este dilema acerca do sentido das nossas alianças e das nossas lealdades, tem por base fundamentalmente as nossas capacidades, e sobre ele muita tinta já foi derramada, juntando alguns ao dilema uma terceira premissa, a do “iberismo”, que “ipso facto” o transforma em trilema.
Tem havido um esgrimir de razões para defender cada uma das posições, que têm subliminarmente implícitas opções ideológicas, as tais “escolhas de valores a valores e de prioridades a prioridades” de que nos fala António de Sousa Lara (Lara, 2004, p. 62 e passim; ver tb. Lara 2000 e 1998; e Carreira, 2007, pp. 26-37), fruto de uma “indução exógena [à] mudança” (Santos, 2005, p. 75; ver tb. Carreira, 2007, pp. 101-107) e caracterizadas por uma “conceitualidade evolutiva e por uma dinâmica operatória” (Santos, 2001), que para se darem a conhecer, precisam de ser lidas utilizando o método metafórico da casca da laranja que se deve ler ao contrário, para assim se poder descortinar a realidade.
Tendo presente que sobre estas questões já foram feitas reflexões e análises várias e em areópagos de reconhecido valor científico e intelectual impõem-se-nos as prevenções de Adriano Moreira sobre os “novos filósofos, [aqueles] que dizem de novo coisas muito antigas” (1980, p. 89) e de Almerindo Lessa (1909-1997) que nos alerta para “não inventar o que já está inventado nem descobrir o que já está descoberto” (apud Maltez, 2002, p. 55).
Nesse sentido só podemos, com a humildade diretamente proporcional ao número de leituras que nos instam, única e simplesmente, sempre a mais leituras, parafrasear, “hic et nunc”, D. Frei Amador Arrais (1530-1600) que no século XVI já dizia que os ingredientes não são novos, o cozinhado é que é meu, “[confesso que as mais das iguarias com que vos convido são alheias, mas o guisamento delas é da minha casa” (apud, Maltez, 1996, p. 6).
Tal como o maior truque do diabo, que é fazer-nos crer que não existe, este trilema tridentino tem a montante, quanto a nós, como nó górdio o rumo, a direção e o caminho a ser trilhado por Portugal, que ao estabelecer as suas coordenadas não tem tido a clareza de Manuel Maria de Barbosa l'Hedois du Bocage (1765-1805), que quando mandado parar por um agente da autoridade de então às perguntas: quem és? donde vens? e para onde vais? respondeu:
Sou o Bocage, venho do Nicola, e vou para o outro mundo se disparas a pistola.
O Objeto de Estudo e a Problemática em Análise
Destarte, Portugal, a ditosa pátria minha amada, parece andar perdida à procura de si mesma numa “espera de Godot” (Samuel Beckett (1906-1989)) que não termina nunca, considerando nós, como diz o Padre António Vieira (1608-1697) que “[entre o ver, olhando ou sem olhar, há muito grande diferença, o ver é a ação do sentido e o olhar é a atenção do cuidado (…)” (1959, p. 51) ou parafraseando Ludwig Wittgenstein (1889-1951) “tudo o que se deixa dizer deixa-se dizer claramente” (apud Santos, 2002, p. 57), ou seja, “in claris non fit interpretatio” para afirmar que por detrás das escolhas entre o yankee destino manifesto, a solução para a Alsácia Lorena, ou entre nem bom vento nem bom casamento, está a nossa capacidade, o nosso potencial mítico e de projeto como povo, porque como alguém nos dizia há já muito tempo, não se casa com quem se quer, mas com quem se pode, levando-nos entre lucubrações familiares a Carlos Queirós (1907-1949), o irmão da Ofélia amada de Fernando Nogueira Pessoa (1888-1935), que dizia que “ver só com os olhos é fácil e vão, mas por dentro das coisas é que as coisas são”.
Assim, o nosso objeto de estudo é o “Encoberto” (Pessoa, 2000), cuja penumbra etérea se esconde por detrás das escolhas de contingência temporal, que se começaram a insinuar com o fim da segunda guerra civil europeia, “conhecida como mundial pelos efeitos, mas exclusivamente europeia pelas causas” (Moreira, 2004, p. 17), que originou a mudança na qualidade e quantidade dos nossos vizinhos, “[o]s nossos vizinhos eram a Espanha, a França, a Bélgica, a Inglaterra, a Holanda e a China. (…) Atualmente [infelizmente, também já não], o número dos nossos vizinhos duplicou, e ocidental, no sentido de então, só o é a Espanha” (Moreira, 2004, p. 317) , e, consequentemente, nas nossas possibilidades de alianças.
Numa conjuntura, por definição maquiavélica e não humanista ou personalista, em que a comunhão de interesses materializada nas alianças se sobrepôs ao dar razão a quem a tem, objetivo do direito internacional (Moreira, 2004, pp. 306-311 e 1999, p. 114; ver tb. Aron, pp. 739 e ss.), fomos exogenamente condicionados a alterar o Conceito Estratégico Nacional da Constituição de 1933, e ter que nos inserir defensivamente num Atlântico mais a norte do outro que era “Mar Português” (Pessoa, 2000), “o velho projeto do Atlântico mare nostrum” (Moreira, 2004, p. 313), e economicamente na comunidade que nasceu da resolução possível dos problemas europeus da gestão e divisão do carvão e do aço.
A tripla escolha com que nos deparamos, a nossa problemática em análise, entre o atlantismo, o europeísmo e o iberismo consubstancia o nosso “ponto arquimediano” (Ferreira, M., 2007, p. 55), o “point Oméga” teilhardiano (Chardin, 1959, p. 140 e 1955, pp. 269-274) da nossa existência como Nação, que é o da capacidade ou incapacidade de nos opormos aos fatores exógenos que tem ciclicamente determinado o nosso futuro como povo e a que “os senhores do mundo nos consider[e]m e trat[e]m, naquilo a que estamos reduzidos, como um epifenômeno das suas controvérsias” (Moreira, 2003, p. 95).
Da soberania funcional ou de serviço (Moreira, 2008, p. 190; 2003, p. 29; ver tb. 2005, pp. 135 e 143 e 1999, passim) ao Estado exíguo (Moreira, 2005, pp. 123-125 e p. 143 e 1999, passim) vai um passo que a Lei da Complexidade Crescente (Moreira, 2004, pp. 125-126 e pp. 308-309 e 1999, passim; ver tb. Carreira, 2007, pp. 107-118) exponência, só ultrapassável se houver um sincretismo na análise e uma resolução eivada da “questão da unitasmultiplex” de Edgar Morin (Morin, 2003, p. 155; ver tb. Maltez, 2002, p. 98), em que a nossa escolha, tal como a do comandante perante o seu estado-maior obrigado a apresentar-lhe 3 propostas de solução para um problema, possa ser uma das três ou nenhuma das apresentadas.
Numa óptica dualista entre a moral de responsabilidade e a moral de convicção do príncipe que vendia a alma para salvar a cidade ou entregava a cidade para salvar a alma (apud Moreira, 2001, p. 38 e Weber, 2005, pp. 15, 107 e 113) acreditamos em que “a salvação da cidade só pode ser obra de cidadãos” (Moreira, 2004, p. 319).
E, assim a escolha que projetamos é a que traduza a nossa identidade marítima e herança histórica e não dê razão a José Maria de Eça de Queiroz (1845-1900) referindo-se a Joaquim Augusto Mouzinho de Albuquerque (1855-1902) e a Antero Tarquínio de Quental (1842-1891) quando disse “que a vida lhe[s] não convinha” (Moreira, 2005, p. 118), fazendo nós, para Portugal, à maneira de Vieira, uso da prevenção bíblica contida em (Mt 10,16) “Eis que Eu vos envio como ovelhas para o meio dos lobos. Portanto, sede prudentes como as serpentes e simples como as pombas”.
Metodologia e Parâmetros Epistemológicos de Análise
Este estudo pretende fazer jus ao legado metodológico do Instituto Superior de Ciências Sociais e Políticas, cuja essência é marcada pela interdisciplinaridade “(…) procurando assegurar uma formação consistente a partir da convergência de especialistas com formações perfeitamente diferenciadas, tal como historiadores, sociólogos, economistas, geógrafos, estrategas, juristas, filósofos e politólogos” (Moreira, 1999, p. 20).
De acordo com António de Sousa Lara, “[e]sta convergência de enquadramentos parece ser, em si mesma, uma metodologia, que, por sua vez determina, se não uma síntese de métodos das diversas ciências referidas, alguns deles já tão próximos de si, pelo menos um ajustamento, de tipo simbiótico, de todo este instrumental” (1987, p. 16).
Destarte, subscrevemos a afirmação de Victor Marques dos Santos “[e]m Relações Internacionais, as próprias características do objeto determinam que o seu estudo se desenvolva com base numa complexidade analítica interdisciplinar própria e num método essencialmente transdisciplinar” (2007, p. 97).
Não querendo fazer juízos valorativos sobre as metodologias qualitativas e quantitativas, na linha de Carlos Diogo Moreira (1994, p. 93), “decidimos adotar a metodologia qualitativa e a perspectiva teórica para tratar a nossa questão de fundo, de forma a obter um sistema conceptual coerente e apropriado, suscitando os problemas nocionais e metodológicos que eventualmente tenham sido encontrados em investigações anteriores” (Carreira, 2007, p. 13).
A nossa escolha é reforçada por Adriano Moreira quando afirma que “(…) no sentido de esclarecer o equívoco estatístico do behaviorismo, ao invocar a necessidade de distinguir as perspectivas filosóficas, históricas e jurídicas que se debruçaram sobre as relações internacionais, das relações internacionais como ciência social, tributária de um pluralismo metodológico não absorvido pelas técnicas estatísticas e quantitativas. Esta pretensão reduzia-se afinal a compatibilizar o método comparativo histórico clássico e o método estatístico, sem excluir nenhum, porque finalmente é o objecto que determina o método” (1999, p. 41).
O método utilizado será “[o] método hipotético-dedutivo, que constrói conceitos sistémicos, hipóteses deduzidas e um modelo teórico no verdadeiro sentido do termo. Modelo que, para Pierre Bourdieu (1930-2002), é o único que, por efeito da construção, possui um poder explicativo” (Quivy e Van Campenhoudt, 2003, pp. 138-139).
Organização do Trabalho e Bibliografia
O artigo está dividido em duas partes em que será feita a exposição do nosso raciocínio. Na primeira, abordamos a questão da tripla escolha que nos é imposta exogenamente e que tem por base a nossa capacidade como país. Na segunda, fazemos uma reflexão sobre Portugal e o seu Futuro, de forma a podermos traçar as linhas de rumo que o possam recolocar no lugar do mundo a que, entendemos, tem direito.
Recorremos, basicamente, a bibliografia temática, procurando ser subsidiários de autores consagrados com o intuito de através da interpretação e reflexão da e sobre a sua produção, para além do prazer daí retirado, tentarmos construir uma estrutura epistemológica e racional que nos permita, de uma forma abalizada, teorizar sobre o tema em epígrafe, teorização que constitui um esquisso de uma investigação mais aprofundada intitulada Portugal e o Império. O legado ontológico, epistemológico, e metodológico do ISCSP e a ideologia que lhe é subliminar.
A TRIPLA ESCOLHA OU A PERTENÇA IMPOSTA
Amartya Sen, Prêmio Nobel da economia em 1998, no seu livro O Desenvolvimento como Liberdade relaciona as potencialidades das pessoas com o seu desenvolvimento e, consequentemente, com a sua liberdade, “considera que o desenvolvimento requer a eliminação das principais fontes de restrições” (2003, p. 20). A questão, à guisa do estudo das modalidades de ação, está relacionada com a análise das nossas potencialidades e das nossas vulnerabilidades (Carreira, 2007, pp. 269-275).
Desta análise podemos inferir uma estratégia para aumentar o nosso potencial através da diminuição das últimas e do aumento ou exploração das primeiras, de molde a melhorar a nossa posição no ranking gizado pela Equação de Cline (Almeida, 1990, pp. 291-324 e p. 383; ver tb. Bessa, 2001, pp. 151-174), pois, como refere Políbio Valente de Almeida “[n]ão podemos eliminar totalmente os nossos receios e inseguranças. Sempre os tivemos e sempre os soubemos vencer com coragem, com segurança e com fé. (…) [Pretendemos], apenas, dar mais força a essa nobre herança que define um povo” (1990, p. 383).
É o funil das escolhas, metáfora para a conjunção do tempo que passa com o (des) ou aproveitamento das oportunidades, que nos alerta para a perda de liberdade consequente do desperdício daquelas.
Nesta linha de raciocínio podemos concluir que a nossa capacidade de escolha e o leque das possibilidades que ela pode cobrir é diretamente proporcional às nossas potencialidades e indiretamente proporcional às nossas vulnerabilidades.
Assim, põe-se a questão de saber se a escolha entre o iberismo, o atlantismo e o europeísmo é uma escolha ou se é uma imposição face à nossa condição de poder (apud Moreira, 2005, p. 122).
É nossa convicção que os fatores exógenos têm assumido uma preponderância crescente desde o tempo da gestação da nossa mais antiga aliança, cuja génese teve o seu culminar com a passagem de John de Gaunt (1340-1399) a sogro de D. João I (1357-1433) (Magalhães, 1991, pp. 35-40).
A aliança inglesa garantia-nos a proteção nos mares e isso foi-nos bastando até à ruptura mapeada de rosa, a que se seguiu a participação na primeira guerra civil europeia para salvaguardar as margens do tal mapa, última paragem fronteiriça das mudanças da Índia para o Brasil e deste para África.
É com o governo da Constituição de 1933 que se assume o estatuto de orgulhosamente sós, implementado por quem afirmou que sabia muito bem o que queria e para onde ia (Saraiva, 2001, p. 357; Pinto, 2007, p. 73) e onde as alianças, a coberto de uma neutralidade colaborante, nos foram favoráveis, porque “não é neutral quem o deseja, apenas é neutral quem pode” (Moreira, 1999, pp. 435, 436 e 439), só tendo pecado pela não aplicação do conceito da sucessão cíclica das formas de governo de Aristóteles (384-322 a.C.) (Moreira, 2003, p. 90; Amaral, 1999, pp. 129-130; ver tb. Prélot e Lescuyer, 2000, pp. 101-104) e do ensinamento do músico ao aprendiz interiorizado por Buda “nem tão laço que não toque, nem tão esticado que parta”.
Com a Revolução de 25 de Abril de 1974, que queimou as caravelas e desmobilizou o Império, feita para acabar com a guerra, que aguentámos doze anos, cuja “linha de ação militar (…) foi talvez a mais extensa do mundo” (Moreira, 2003, p. 40), por quem não teve um projeto nem um conceito para Portugal, “sem plano de descolonização” e “sem um modelo predeterminado para além da invocação do ideal democrático”, que ao alcançar o poder não descansou enquanto não se livrou dele, a vulnerabilidade aos factores exógenos acentuou-se, “[o] triângulo atlântico não mudou, (…) o predomínio dos factores exógenos parece indiscutível” (Moreira, 2003, pp. 11, 14, 20 e 28).
Com o Regresso das Legiões a Roma (Moreira, 2005 p. 16 e pp. 13-102), tal como em antanho, a nossa política externa virou-se da África para a Europa, pondo fim a um Portugal do Minho a Timor (Pinto, 2007, p. 192) onde fomos senhores, para uma Europa onde fomos escravos, situação que cantamos em hinos de saudade ao contrário da outra, de que pedimos desculpa e de que ainda não fizemos nem a catarse nem a fagocitose à guisa de António Vasconcelos Saldanha quando escreve “sem que se esconjurem totalmente os demônios outrora imprudentemente invocados” (2005, p. 86; ver tb. pp. 83-89).
Chegando alguns profetas da desgraça a alardear a solução ibérica, a que D. Jerônimo Osório (1506-1580) não via alternativa (Moreira, 2008, p. 145 e 2003, p. 46), como a panaceia para os nossos males. Para descanso de D. Nuno Álvares Pereira, essa aleivosia parece ter desaparecido da Ágora onde deambulam as cabeças pensantes de tendência oposta à da vizinha Galiza, com dificuldade em defender “uma via própria de pensar o mundo e a vida de acordo com raízes e tradições nacionais” (Bessa, 1993, pp. 31-32), pedindo nós, ao agora santo, o milagre da sua extinção e/ou envio para o quinto dos infernos.
O Conceito Estratégico de Defesa Nacional promulgado em 2003 não faz referência a tal tendência, fato por que nos regozijamos, definindo três geografias para Portugal: a económica, a de defesa e a de identidade (Portugal, 2003, p. 283), consubstanciando uma soberania de serviço (Moreira, 2005, p. 135), como consequência da impossibilidade da escolha em face das crescentes dependências que nos fazem necessitar de todas as alianças e nos impedem de cantar “I did it, but I did it may way".
Da escolha entre, involuiu-se para a necessidade de todos, mudando a adjetivação de Portugal, consoante a finalidade das alianças, de país marítimo de acordo com o pensamento do Infante D. Henrique (1394-1460), para país periférico em termos econômicos, a país de fronteira em termos de segurança (Moreira, 2005, pp. 134 e 158).
Falar do europeísmo de Antero e do atlantismo de Mouzinho (Moreira, 2005, p. 118) ou da Opção Europeia e da Vertente Atlântica (Moreira, 2005, pp. 139-159) e da putativa oposição entre ambos parece-nos assunto esgotado quando Robert Kagan diz que “os norte-americanos são de Marte e os europeus são de Vênus” (2003, p. 11; apud Moreira, 2004, p. 10) ou quando Timothy Garton Ash refere as duas faces de Jano (2006, p. 32).
Este antagonismo é das tais falsas ideias claras (Lara, 2004, pp. 67, 599 e 630 e Murteira, 2003, p. 22) que maxime cai pela base quando, por um lado, na senda da II GM tiveram que ser os dos costume a vir resolver o problema da Bósnia apesar de desta vez as mães americanas virem a público dizer que gostam tanto dos filhos como as europeias, e por outro, a interdependência económica ser crescente, fruto de uma globalização e comércio de matriz gâmica (Saldanha, 2005, p. 85), considerando nós, que a luta deve ser travada contra a pobreza e o subdesenvolvimento, cumprindo o calendário e os objetivos traçados para 2015, e que se querem do milênio, (ver Carreira, 2007, pp. 276-306) pela sede da legitimidade mundial, necessitada de reformas é certo, mas onde todos continuam a falar com todos, relembrando Paulo VI quando diz que “o desenvolvimento é o novo nome da paz” (1980, p. 432; João Paulo II, 1988, p. 21).
José Manuel Durão Barroso, que já esteve nos dois lados da paliçada como Chefe de um Governo Transatlântico e agora como Presidente da Comissão Europeia, afirma que não há motivos para oposição, mas para a unidade, que se quer cada vez maior e mais profunda entre as duas margens do atlântico. “Já o disse e repito: Portugal não tem de escolher entre a União Europeia e o vínculo transatlântico” (2003, p. 248).
Resolvida a questão do antagonismo que não deve antagonizar, resta-nos a geografia da identidade, a que nos faz vibrar e pensar na semântica da palavra Portugal, que queríamos independente, mátria vieirina “[s]e a pátria se derivara da Terra, que é a mãe que nos cria, havia de chamar-se mátria” (apud Maltez, 2002, p. 7), do nobre povo e da nação valente e imortal, mas também e por isso, nas nossas vulnerabilidades e potencialidades, no nosso passivo descrito n’O Soldado Prático de Diogo do Couto (1542-1616) e no nosso activo cantado n’Os Lusíadas de Luís Vaz de Camões (1524-1580) (Moreira, 2004, p. 18) que o Padre da nossa mátria, “nação peregrina em terra alheia”, em que “a única alternativa é amá-la ou renegá-la” (Moreira, 2003, p. 40), continua quando diz:
“Mas ponde os olhos em [Santo] António, vosso pregador, e vereis nele o mais puro exemplar da candura, da sinceridade e da verdade, onde nunca houve dolo, fingimento ou engano. E sabei também que, para haver tudo isto em cada um de nós, bastava antigamente ser português, não era necessário ser santo” (Vieira, 1994, p. 56),
e que nos incita, com a ajuda do espírito dos nossos egrégios avós, à maneira de Péricles (495/492-429 a.C.) (Moreira, 2005, p. 17), porque uma sociedade que não respeita os seus velhos não se respeita a si mesma, a contra os canhões marchar.
PORTUGAL
A questão da identidade portuguesa tão bem descrita por Adriano Moreira no discurso de inauguração do Monumento aos Combatentes do Ultramar, em 15 de Janeiro de 1994:
“(…) Mas sempre o combatente: que executou a reconquista, que assegurou a independência, que salgou o mar com lágrimas de Portugal, que ancorou na Índia e definiu as fronteiras do Brasil, que cantou o Hino da República com os imperativos de firmar as fronteiras dos territórios de África, que morreu em La Lys para evitar a espoliação colonial pelas grandes potências, que não desertou, nem traiu, que muito legitimamente considera que Os Lusíadas são o seu livro, frequentemente mal com os homens por amor d’El-Rei, e mal com El-Rei por amor dos homens” (2005, p. 18),
representa o culminar de todo um passado de lutas e conquistas com 900 anos de história, que não nos deixa indiferentes, nem com melindre porque como dizia o Padre Silva Rego “Portugal foi mal visto enquanto foi ignorado” (apud Saldanha, 2005, p. 88), nem com o provincianismo daqueles, para quem, por oposição ao que é nacional, tudo o que vem de fora é bom. Não é!
Temos uma herança histórica, verbi gratia no que ao Oriente diz respeito, Afonso de Albuquerque (1462-1515) apodou de “a maior empresa que nunca nenhum príncipe cristão teve nas suas mãos” (apud Saldanha, 2005, pp. 83 e 723), que não envergonha, mesmo os mais pessimistas, os descendentes dos velhos do Restelo e dos que ficaram, diferentes dos que foram, os verdadeiros portugueses, segundo Cecília Benevides de Carvalho Meirelles (1901-1964),
Há portugueses espalhados pelos quatro cantos do mundo fruto do nosso espírito aventureiro, mas não só aventureiros, também atletas, artistas e acadêmicos, podendo-se dizer que, coevamente exportamos qualidade, e que, face ao inventário do nosso desempenho fora de portas, não nos assustamos e tornamos num incentivo a declaração de Winston Leonard Spencer Churchill (1874-1965) nos Comuns, quando assumia o governo do Reino Unido, “não tenho nada para vos propor, para além da dor, sangue, suor e lágrimas”. (apud Moreira, 2005, p. 117).
O que é um facto é que os “ventos da história” de Maurice Harold MacMillan (1894-1986) (Moreira, 2003, p. 21; ver tb. Ferreira, 2006, p. 1073; Maltez, 2002, p. 90; e Nogueira, 2000, p. 353) não sopram sempre no mesmo sentido, fazendo jus ao lema “não há mal que sempre dure, nem bem que nunca acabe”.
A questão do tempo é determinante, seja ele demorado, acelerado, tríbio, tribulo, dos Outros, de Vésperas, Perdido ou só Espuma, desde que a História a contar seja a do Futuro, “porque a única coisa que verdadeiramente podemos fazer com o tempo é não o perder” (Moreira, 2005, 29).
História do Futuro que não renega o passado, que não o reescreve à medida das conveniências enganosas das necessidades do presente, mas que aprende com os erros e se exalta com os acertos, porque como dizia o Padre António Vieira “(…) todos na tinta de escrever misturam as cores do seu afeto” (apud Moreira, 2005, p. 22), sabendo que na História das Guerras do Peloponeso de Tucidides (460/455-400? a.C.), na Odisseia e na Ilíada de Homero estão muitas das respostas a algumas questões, que alguns, no presente, julgam inéditas.
Então o que nos falta? Talvez a Bandeira e o Hino, a Cruz de Cristo e as Quinas tenham que voltar a ser desfraldadas com orgulho, como, paradoxalmente ou não, um brasileiro conseguiu com a nossa bandeira.
Talvez um pouco de “presunção e água benta”, talvez o tal projeto subordinado a uma teoria de valores, aglutinador, objetivo, pragmático, mas também mítico e carismático (Moreira, 2003, pp. 51-53 e 2005, p. 116), “salvaguardando a leitura do tempo tríbulo, abrindo o caminho para o regresso dos homens à autenticidade” (Moreira, 2005, p. 24), que junte o “pragmatismo da Aventura e o realismo do Sonho” (Maltez, 2002, p. 341), o tal Conceito Estratégico Nacional em que insiste Adriano Moreira (2008, p. 431), porque “o valor a todos superior se chama Portugal” (Moreira, 2003, p. 150).
CONCLUSÕES
Há que visitar o Passado, ter consciência do Presente e olhar o Futuro com “[o] pessimismo do intelecto, [mas com o] otimismo da vontade”, palavras usadas por Antonio Gramsci (1891-1937), mas cunhadas por Romain Rolland (1866-1944) (apud Ash, 2006, p. 319), sempre cientes da fábula do “velho do rapaz e do burro” de molde a refundar Portugal no seu espaço natural e de identidade no Atlântico Sul, Oceano Moreno (Moreira, 2004, p. 47 e pp. 311-314) ou Mar Lusotropical.
Mais importante do que os parceiros que nos são impostos, mais importante do que as escolhas e os antagonismos, qual drama de Antígona, é o desenvolvimento das capacidades que nos permitam evitar a imposição exógena das decisões dos outros em função da nossa condição de subalternidade, sendo imperativo exponenciar as nossas potencialidades individualmente e em sinergia com os povos “sangue do nosso sangue”, com a área em que já esteve a nossa Bandeira, área lusíada do globo, explorando o Poder Cultural que os amarrou à maneira portuguesa de estar no mundo (Moreira, 1981, p. 51; ver tb. Santos, 1990, pp. 177-178) de molde a poder dizer-se:
À nossa maneira!
Não é Passado, é Presente e Futuro porque ao contrário do que muitos querem fazer passar, há Valores Universais, “posição assumida por autores como Samuel Pufendorf (1632-1694), que defenderam a existência de uma ordem superior ao direito estabelecido, marcada por princípios válidos para todos os lugares e todos os tempos” (Maltez, 2002, p. 243), que nos fazem caminhar para a unidade do género humano no sentido de uma Pátria Planetária, ponto ômega terrestre da nossa existência, na senda do Padre Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) (Moreira, 2005, p. 27; 2003, p. 148 e 1999, pp. 31, 128 e 264), tão certo como os rios correrem para o mar…
Tal como o Verbo que é o princípio de todas as coisas (Jo 1,1-14), quando a poeira assentar são estas insurgências e ressurgências que hão de voltar, tendo presente como dizia Fernando Pessoa na Mensagem de orgulho e esperança que nos deixou:
“Senhor, falta cumprir-se Portugal!” (Pessoa, 2000, p. 49).