domingo, 19 de dezembro de 2010

A história repete-se....

Diálogo entre Colbert e Mazarino durante o reinado de Luís XIV: *Colbert: Para encontrar dinheiro, há um momento em que enganar [o contribuinte] já não é possível. Eu gostaria, Senhor Superintendente, que me explicasse como é que é possível continuar a gastar quando já se está endividado até ao pescoço... * Mazarino: Se se é um simples mortal, claro está, quando se está coberto de dívidas, vai-se parar à prisão. Mas o Estado... o Estado, esse, é diferente!!! Não se pode mandar o Estado para a prisão. Então, ele continua a endividar-se... Todos os Estados o fazem! * Colbert: Ah sim? O Senhor acha isso mesmo ? Contudo, precisamos de dinheiro. E como é que havemos de o obter se já criámos todos os impostos imagináveis? * Mazarino: Criam-se outros. * Colbert: Mas já não podemos lançar mais impostos sobre os pobres. * Mazarino: Sim, é impossível. * Colbert: E então os ricos? * Mazarino: Os ricos também não. Eles não gastariam mais. Um rico que gasta faz viver centenas de pobres. * Colbert: Então como havemos de fazer? *Mazarino: - Colbert! Tu pensas como um queijo, como um penico de um doente! Há uma quantidade enorme de gente entre os ricos e os pobres: os que trabalham sonhando em vir a enriquecer e temendo ficarem pobres. É a esses que devemos lançar mais impostos, cada vez mais, sempre mais! Esses, quanto mais lhes tirarmos mais eles trabalharão para compensarem o que lhes tirámos. É um reservatório inesgotável.

A Lapinha Madeirense

Lapinha. É com este termo que na Madeira se designam os «presépios», que desde séculos tão generalizados estão entre nós. Julgamo-lo uma palavra peculiar deste arquipélago. Deve ser o diminutivo de «lapa» com o significado de furna, gruta ou cavidade aberta em um rochedo, por analogia ou semelhança com o local do nascimento do Divino Redentor. É possível que em outros tempos conservassem essa analogia ou semelhança, mas, ao presente e na generalidade, as «lapinhas» madeirenses são armadas sôbre uma mesa, tendo como centro uma pequena escada de poucos decímetros de altura, de três lanços contíguos, e no topo da qual se coloca a imagem do Menino Jesus. Em todos os degraus da escada e em torno dela estão dispostos os «pastores» e vários objectos de ornato, por vezes bem estranhos e sem próxima afinidade com o resto do presépio. Em obediência às condições do meio, terão algumas características próprias, como sejam as ornamentações com os ramos do arbusto «alegra-campo» e dos fetos «cabrinhas», que lhes imprimem uma feição pitoresca e alegre.
Terão uma certa originalidade os chamados «pastores», isto é, pequenas figuras de barro de grosseiro fabrico local, que quase sempre não representam pastores ou zagais mas indivíduos das várias camadas sociais. Ainda são muito vulgares as «lapinhas» com as chamadas «rochinhas», consistindo estas no simulacro de um pequeno trecho de terreno muito acidentado, feito de «socas» de canavieira e que geralmente conserva na base uma pequena «furna» representando o presépio em minúsculas figuras de barro.
Existiam, mas hoje são já muito raras, estas mesmas «rochas», talhadas em maiores proporções e em que se viam igrejas, estradas, pequenas povoações etc., embora sem grande harmonia no conjunto, mas oferecendo um certo e original pitoresco.

quinta-feira, 25 de novembro de 2010

Uma flor Preciosa-Fajã da Ovelha

A Saudade me traz, de longe, Devagar, bem de mansinho, O perfume das flores da minha terra!... ....Ah!, que felicidade, A ternura que se esconde Num doce carinho E o sentimento que nele se encerra!.... Das varandas da minha terra, Por entre as flores, Vislumbram-se o aconchego da paisagem E a magia do céu profundo!... Ao longe, o mar, De um azul misterioso, Que se dilui Em lágrimas de Saudade.... ...Os olhos, fitos no horizonte, São os da minha terra; Entre as flores, Ela é a rainha, Cujo perfume se sente, Único, especial... ...É o perfume de saudades De outrora, Por quem meu coração chora.... Ah!, Que falta me faz Meu torrão natal!.... Eleutério Gouveia Sousa

domingo, 14 de novembro de 2010

La Tragedia de los Transgénicos

Científicos versus ambientalistas, pragmáticos versus idealistas. Una lucha desigual, con un final previsible. No podría ser diferente, cuando las reglas del juego son definidas por apenas uno de los lados, como es el caso aquí...

La disparidad de fuerzas entre las partes es tal, que se evidencia en las propias denominaciones de los contendores, tejidas por el grupo más fuerte y vestidas por el grupo más débil, sin cuestionamiento. Realistas versus utopistas, progresistas versus retrógrados. Del lado “correcto” de la guerra, el de los vencedores, se atrincheran impecables legiones de racionalistas, de sensatos de pies en la tierra, con los uniformes abarrotados de trabajos científicos, todos ellos, irrefutables. Del lado “equivocado” de la pelea, el de los perdedores, no se ve más que unos grupos ruidosos de soñadores perdidos, unos visionarios mal arreglados, armados apenas con una indignación visceral y de una inquietud íntima cuyas causas no se les tornan claras. El alto comando de la transgenia sabe que la victoria total es apenas una cuestión de tiempo. Cada nuevo país que capitula bajo el fuego cerrado de los informes tecnicistas, como certeros obuses – inatacables porque inalcanzables - constituye una batalla ganada en el front de esa, no prevista, nueva guerra mundial. Con eso, los generales de la genética degenerada ganan cada vez más terreno por todas partes, y consolidan sus posiciones. Haciendo de la prepotencia humana su cuartel general, contemplan satisfechos el avance continuo de las tropas iluministas. El triunfo completo ya apunta, para quien lo quiera ver, en el horizonte sombrío de nuestro mundo, de este mundo que ya fue nuestro, y que ahora es de ellos. Parece que ninguna oposición oriunda del corazón puede hacer frente, al bombardeo de saturación de las ogivas científicas, antecedidas por el silbido característico de vituperios y vilipendios, de invectivas intelectivas. La victoria arrolladora de los productos transgénicos será una más a ingresar al rol de tantas otras realizaciones del ingenio humano, como la basura radioactiva, la contaminación en parcelas autorizadas, la pesca predadora, la caza, la extracción sostenible, el uso de cobayas en experimentos, el foie gras, el clonaje de animales... Una serie de horrores sin fin. Es cierto que no se pueden negar los resultados de los informes científicos. Ellos cumplen exactamente lo que de ellos se espera o se exige: prueban científicamente que las semillas transgénicas son seguras, comprueban científicamente que no causan daños al medio ambiente y a la salud de la gente. Cumplen con todo eso. Científicamente. Y esa es la más grande de todas las tragedias. Aceptar laudos científicos en este asunto equivale a entregar a la zorra la llave del gallinero. Infelizmente, sin embargo, es lo que sucede. Como la casi totalidad de las personas ve en la ciencia, el supra sumum de la capacidad humana, y a los científicos como a verdaderos dioses, con poderes tan o más espectaculares que los de la mitología, ellas realmente creen que la ciencia es el árbitro justo e infalible para esa cuestión. Con la mirada vuelta hacia arriba, sin pestañear, fija en la comunidad científica, esperan ansiosas por la iluminación olímpica de la sabiduría académica, que iluminará su ignorancia y las guiará por los caminos de un admirable mundo nuevo. Sostenidas por una ingenuidad tocante, están convencidas de que, si la ciencia da un parecer favorable a los productos transgénicos, entonces, eso será la prueba de que están aprobados... Dulce y triste ilusión. Por más bien elaborados, por más detallados que sean los informes científicos y los voluminosos estudios de impacto ambiental, nunca podrán prever los efectos finales nefastos de la transgenia. Simplemente porque esos efectos últimos, devastadores, no presentan ninguna señal, ningún indicio materialmente perceptible, que pudiera eventualmente ser detectado en el código genético alterado. Los alimentos transgénicos no fueron programados para dar un aviso previo de lo que son capaces de provocar; apenas esperan silenciosos, como las minas, impasibles como las bombas reloj, por el grito angustiado de una sociedad, entonces perpleja, que se escuchará por los campos y las ciudades, por ellos nutridos. El grito unísono, entrecortado, de... “¡demasiado tarde!”. Las semillas transgénicas comportan una radiación alterada, y por esa razón no pertenecen más a la naturaleza como tal. ¡Ellas no hacen más parte de la naturaleza, porque no son más naturales! Y lo que no es natural trae en sí el germen de la muerte. Pero aquí entramos en un campo que el raciocinio humano no consigue acompañar, mucho menos asimilar. Esa incapacidad notoria, esa limitación insuperable de la razón humana se manifiesta bajo la forma de poco caso y de burlas por parte de los racionalistas. Como el raciocinio no puede comprender nada de lo que se encuentra más allá de lo meramente terrenal, visto que es apenas un producto del cerebro, rechaza todo lo demás como imposible, porque le es, realmente, imposible discernir la realidad tal cual es. En este caso, el raciocinio no hace más que infundir en los rostros circunspectos que recubren a tantos cerebros sagaces, un aire de inteligencia, guarnecido por una sonrisa burlona. Nada más que eso. La rectitud de carácter, la pureza de corazón, la nobleza de alma, la vivacidad de espíritu, no son cualidades que puedan ser observadas en el DNA, y por eso nunca lograremos obtener un científico materialista, genéticamente modificado para el bien. Los poco realmente buenos lo son por índole propia, y éstos jamás defenderán a la transgenia. Esos escasos investigadores íntegros no pueden asegurar que los transgénicos son inocuos, no pueden aseverar que sólo traen beneficios. ¿Y cómo podrían hacerlo? ¿Cómo podrían pregonar las ventajas de una planta transgénica resistente a agro tóxicos si, ella misma criminalmente modificada , se les presenta como un tóxico más en el medio agrícola? ¿Un nuevo y desconocido “agro-tóxico”? ¿Cómo les sería posible defender el envenenamiento genético de un cultivo para que resista a venenos? No vamos a discutir aquí, las alegadas ventajas económicas de las semillas transgénicas, porque eso sería bajar al nivel del estiércol en el tratamiento del problema. Ningún investigador razonablemente lúcido y mínimamente honesto, podría transferir la preocupación con la salud de los consumidores, a un nivel inferior, al de la reducción de costos de los plantíos. Una semilla transgénica es un cuerpo extraño, un antígeno inoculado en un organismo perfecto. Sucede, señores bienintencionados, que ese organismo perfecto, la naturaleza, tiene mucho con qué defenderse de cepas patógenas, y se defiende realmente, con resultados invariablemente catastróficos para la humanidad. Y ella misma ya lo podría haber reconocido, si su pretensión intelectiva no le obstruyese continuamente la intuición espiritual. Todos los, así llamados, desequilibrios de la naturaleza, no son ningún desequilibrio, sino apenas reacciones automáticas a la acción deletérea del ser humano. Dondequiera que esa criatura haya puesto la mano, allí dejó incubado el germen de la destrucción, que siempre brotó, luego de mayor o menor tiempo. Plagas incontrolables, secas inclementes, inundaciones devastadoras y tantos otros “disturbios” de la naturaleza, son apenas, efectos recíprocos contra la más grande de todas las plagas, el Parasita sapiens, que en el presente, intenta cultivar una excrescencia más, dentro del cuerpo, antes sano de la naturaleza, bajo la forma de semillas transgénicas. La especie humana es la serial killer de la vida en la Tierra, es la más grande enemiga de la naturaleza en todos los tiempos. Pero, puede estar segura, segurísima, de que desde hace mucho ya fue reconocida como tal, siendo ahora tratada en correspondencia. Por eso, los hoy todavía mal vistos, ambientalistas idealistas, no precisan desesperarse en su lucha quijotesca contra los productos transgénicos y sus auspiciadores. Nada de lo que es contrario a la naturaleza, por tanto, contrario a las leyes naturales, puede subsistir indefinidamente. Dura algún tiempo y desaparece ejemplarmente, sucumbe espectacularmente, como testigo del malogro de la arrogancia humana. Arrogancia incomprensible de una especie que se atrevió a querer mejorar la naturaleza, sin siquiera buscar saber antes, de su legítimo Dueño por las consecuencias de sus actos, si tenía permiso para actuar así. Sin embargo, el conocimiento de ese descalabro inevitable de todo lo que fue torcido por el raciocinio humano, no significa que los defensors de la naturaleza deban esperar sentados, observando desde sus palcos el desarrollo de este drama trágico, sobre el escenario claudicante de la prepotencia humana. No. Cada uno de ellos debe ser una trompeta sonora, concientemente vuelta para la enorme muralla erguida por la pretensión de los racionalistas, la que se derrumbará más rápidamente todavía, para alivio y bendición de todas las personas de alma limpia. No son necesarias más que esas trompetas tocadas con el aliento del idealismo, sin violencia, sin banderas partidarias, sin ideologías parcas. Los ambientalistas pueden, deben y tienen que luchar, con la convicción más plena de la justicia de su causa. No deben avanzar cabizbajos hacia dentro del teatro de operaciones, tímidos, temerosos de una derrota más. Sería una imagen deplorable esa, incluso a los ojos del adversario. Refléjense en el ejemplo de ciertas artes marciales, cuyo lema viene escrito en caracteres orientales, bajo la cinta que sostiene el kimono del luchador: “Quien teme perder, ya está vencido.” No temamos perder. Encaremos al adversario con altivez, esta vez, resolutos y sin luto. Encarémoslo sin miedo, sin recelo de no poder contraponerle ningún escudo científico. Nuestro paradigma es otro. Nos bastan los dictámenes de nuestro corazón. Si estos son justos, si están sintonizados con las leyes que rigen a la Creación, entonces, la victoria contra la aberración de los transgénicos es segura. Será la primera gran victoria de una serie. De nuestra serie.

quarta-feira, 10 de novembro de 2010

La tercera lengua mundial

El español es la tercera lengua más usada en la red y cuenta con 136 millones de usuarios, lo que representa 8% del total de internautas en el mundo, por detrás del inglés y del chino, según un informe publicado hoy por la Fundación Telefónica en Nueva York.

El documento, titulado "El español en la red", es el resultado de una investigación dirigida por José Luis García Delgado, director del programa de Fundación Telefónica "El valor económico del español" y profesor de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, junto a Guillermo Rojo y Mercedes Sánchez.

García Delgado subrayó hoy en declaraciones a Efe que "el español ocupa la segunda posición como lengua de comunicación internacional por número de hablantes", ya que son casi 500 millones las personas que hablan el idioma en 21 países.

"El español es la segunda lengua multinacional, después del inglés", dijo el profesor García Delgado, que destacó el creciente interés en diferentes países, como los nórdicos o los de Europa del Este de aprender el español como segunda lengua, después del inglés.

Agregó también que el español empieza a ser "un producto cultural muy apreciado en las segundas y tercereas generaciones de hispanos bien formados y que tienen a gala conservar el idioma".

Según ese informe, los internautas latinos en Estados Unidos son una de las poblaciones "online" más activas, y según esos datos, 47% de sus usuarios consume más de una hora de navegación al día, frente a tan sólo 44% que dedica una hora o más a ver la televisión.

"Esa situación está relacionada posiblemente con que buena parte de los hispanos de EE UU tiene ya un nivel de educación mas aceptable, además de la tendencia a conservar el idioma", destacó el experto.

El informe fue elaborado en octubre de 2009 por la Fundación Telefónica, y en el se afirma que "el español ocupa en Internet la tercera posición mundial tanto en número de usuarios (136 millones) como de páginas (675 millones)".

Además de cuantificar su presencia, "El español en la red" aborda también las consecuencias que Internet tiene sobre la vida de las lenguas, las características y estadísticas más importantes de la red en los países de lengua hispana y la situación de la prensa electrónica en español.

"El acceso a la red en la comunidad hispana se sitúa en 30,5%, un poco por encima de la media mundial, con un crecimiento próximo al 900% entre los años 2000 y 2009", explicó el profesor García Delgado.

Agregó que los hispanohablantes constituyen el tercer grupo lingüístico entre los usuarios de Internet, con 8% del total, por detrás de los usuarios en inglés (38%) y en chino (22%).

El inglés es la lengua con más presencia en la red, con cerca de 1.000 millones de páginas, seguido por el chino, con más de 800 millones de páginas.

Argentina, Chile y España son los países de habla hispana que presentan porcentajes de conexión superiores a 50% de la población, siendo en el caso español de 70%, según ese estudio.

En cuanto a México, con 27,4% de la población conectada, el documento indica que tiene un peso cuantitativo bastante alto, con más de 27 millones de usuarios.

Colombia, Costa Rica, la población hispana de Estados Unidos, República Dominicana y Uruguay mantienen tasas de conexión superiores al 30%.

En la actualidad existen 339 millones de servidores en los dominios nacionales en los países que se habla español, así como 78 millones de direcciones IP (el 2,58% del volumen mundial) y 6,2 millones de dominios, según se desprende del documento.

Asimismo señala que la presencia de la prensa digital en español se ha duplicado en diez años hasta registrar 850 diarios en 2009, siendo México, España y Argentina los países donde se ha producido un mayor incremento de cabeceras digitales.

El consejero delegado de Terra Network USA, Fernando Rodríguez, analizó, por su parte, el papel del idioma español en Estados Unidos desde el punto de vista de los medios y la publicidad, en un país con 30 millones de internautas hispanos en la actualidad.

Subrayó también que entre los usuarios hispanos también destaca su actividad en el mundo móvil, "donde 29% de los hispanos con teléfono móvil tiene un teléfono inteligente (smartphone), frente a tan sólo el 20% para el conjunto de los usuarios de telefonía móvil en Estados Unidos".

quinta-feira, 4 de novembro de 2010

O ANALFABETO POLÍTICO (Berthold Brecht)

O pior analfabeto é o analfabeto político. Ele não ouve, não fala, nem participa dos acontecimentos políticos. Ele não sabe o custo de vida, o preço do feijão, do peixe, da farinha, do aluguel, do sapato e do remédio dependem das decisões políticas. O analfabeto político é tão burro que se orgulha e estufa o peito dizendo que odeia a política. Não sabe o imbecil que, da sua ignorância política, nasce a prostituta, o menor abandonado, e o pior de todos os bandidos, que é o político vigarista, pilantra, corrupto e lacaio das empresas nacionais e multinacionais

domingo, 10 de outubro de 2010

"Lula perdeu oportunidade histórica para resolver problemas de segurança do país"

Parte inferior do formulário

Lula da Silva "perdeu uma oportunidade histórica para resolver os problemas de segurança do país", disse em entrevista à Lusa o secretário Nacional de Segurança Pública em 2003 e co-autor do livro que inspirou o filme 'Tropa de Elite'.

Para Luiz Eduardo Soares, "é uma decepção muito grande que Lula da Silva tenha perdido a oportunidade de se desfazer da herança da ditadura militar [1965-1985] e passar o Brasil a limpo na área da segurança pública, pondo fim à tortura".

"O Brasil herdou da ditadura problemas da maior gravidade no plano das estruturas organizacionais. Era imperioso que se estendesse o processo de transição democrática às polícias e às instituições afins", explicou.

Luiz Eduardo Soares foi um dos coordenadores do plano que integrou o programa de Governo de Lula da Silva e que o Presidente decidiu depois não levar avante.

"Tratava-se de uma reforma profunda das instituições através de mudanças na Constituição. O compromisso era eliminar a tortura, as execuções extra-judiciais, a brutalidade policial, o desrespeito aos direitos humanos, valorizar o trabalhador policial como cidadão, como profissional", acrescentou.

Em Agosto de 2003, diz, todos os Governadores dos 27 Estados do país tinham assinado o termo de compromisso com as mudanças, o chamado "Pacto pela Paz".

E então o Presidente recuou: "Lula decidiu não avançar com esta mudança porque os seus conselheiros avaliaram que ele se tornaria o grande protagonista da segurança pública no Brasil", considera.

"O Presidente não quis assumir o início de um longo processo, cujos resultados seriam colhidos ao longo de anos, já com os seus sucessores, e cujos custos seriam pagos por ele; os custos de resistência, de necessidade de ajustes, normais num processo de mudança", acrescentou.

O também antropólogo lembra ainda que "hoje a situação é muito confortável", sendo que a Presidência não tem responsabilidades directas sobre a questão da segurança e isso, diz, "permite-lhe lavar as mãos, deixar a bomba no colo dos governadores e, quando a situação se torna explosiva - dramática - aparecer de uma maneira muito simpática, muito solidária, a prestar ajuda".

Os presidentes anteriores "avaliaram que esta situação, apesar de muito mais nociva para o país, é muito mais confortável politicamente. E Lula acabou por fazer o mesmo", terminou.

O filme 'Tropa de Elite', adaptado do livro homónimo, descreve o quotidiano violento e corrupto no Batalhão de Operações Especiais do Rio de Janeiro e Luiz Eduardo Soares está a preparar 'Tropa de Elite 2', expondo a situação de grupos de elementos da segurança que ocupam o lugar dos traficantes de droga nas favelas, assumindo um poder territorial e ilegal, com a conivência do poder político.

No dia 31 de Outubro os brasileiros são chamados às urnas para escolher o sucessor de Lula da Silva.

domingo, 26 de setembro de 2010

El legado de Lula

CIUDAD DE MÉXICO. La primera ronda de las inminentes elecciones presidenciales de Brasil, programadas para el 3 de octubre, puede terminar siendo la única ronda, ya que Dilma Rousseff, la sucesora elegida a dedo por el saliente presidente Luis Inácio Lula da Silva, está muy próxima a ganar una mayoría directa de los votos. El principal oponente de Rousseff, el gobernador de Sao Paulo, José Serra, no cobró impulso entre los votantes debido a sus posturas inconsistentes -que van desde críticas lánguidas a la política exterior de Lula hasta un respaldo manifiesto de sus políticas sociales-. De acuerdo con algunas encuestas, Serra está más de 20 puntos por detrás de Rousseff. Lula abandona el cargo con una popularidad sorprendente para un presidente latinoamericano que gobernó durante dos mandatos. La economía está creciendo a una tasa de dos dígitos, y en el horizonte están la Copa Mundial de fútbol del 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016. Gracias a la administración de Lula, millones de brasileños salieron de la pobreza, y la clase media, si bien pequeña, se ha vuelto una mayoría. Brasil adquirió una estatura internacional digna de su tamaño y de su éxito, aunque tal vez no de sus ambiciones. Su democracia es próspera y vibrante, aunque no siempre efectiva o incorrupta. Sin embargo, existen motivos para ser escéptico respecto del legado de Lula, y el hecho de que rara vez se los mencione no les resta importancia. Primero, el crecimiento económico sigue basándose esencialmente en el consumo interno y en las exportaciones de materias primas. Ni uno ni el otro tienen nada de malo per se, siempre y cuando sean sostenibles a mediano plazo y viables a largo plazo. El problema es que la tasa de inversión general de Brasil se mantiene en alrededor del 16 por ciento del PBI, muy lejos de la de México o la del promedio latinoamericano, para no mencionar a China (40 por ciento). A esa tasa, la infraestructura y la competitividad del país inevitablemente decaerán. La solución de Rousseff es una inversión masiva financiada por el Estado, a través del Banco Nacional de Desarrollo (BNDES), en sectores económicos claves (petróleo, empacado de carne, construcción). Pero es muy probable que esa estrategia alimente la corrupción, que ha sido una característica de la política brasileña durante décadas -y que mejoró poco en el gobierno de Lula-. Una segunda cuestión es la tan pregonada Bolsa Familia, que comenzó en el gobierno del antecesor de Lula como Bolsa Escola, y que originariamente fue pergeñada por el economista Santiago Levy en la presidencia de Ernesto Zedillo, de México. Esas "transferencias de efectivo condicionales" en un principio estaban destinadas a frenar la pobreza intergeneracional, ya que servían para asegurar que los chicos recibieran alimentación, educación y atención sanitaria apropiadas. Pero en el gobierno de Lula (y, si vamos al caso, en el de Vicente Fox y Felipe Calderón en México) se convirtieron en un programa antipobreza directo destinado a la actual generación de pobres. Nadie cuestiona la generosidad de esta mutación, pero no está claro en absoluto que los casi 15 millones de familias que reciben Bolsa Familia vayan a mantener su actual nivel de ingresos cuando desaparezca el estipendio, o que se lo pueda mantener indefinidamente. Bolsa Familia ha sido un asombroso éxito electoral, y sin duda aumentó el consumo de la base de la pirámide en Brasil. Pero existen dudas respecto de lo que puede lograr a largo plazo en términos de erradicación de la pobreza. Tercero, la retórica y los orígenes de Rousseff como militante de izquierda alimentan las dudas sobre si perseguirá las políticas económicas y sociales pragmáticas y centristas de Lula. Sus credenciales democráticas son tan sólidas como las de él, pero existen temores respecto de su aparente entusiasmo por la intervención estatal en la economía -parece creer en las virtudes del estímulo fiscal keynesiano en todo momento-, así como de su capacidad para controlar al Partido de los Trabajadores, como lo hizo Lula. La política exterior ha sido el aspecto más criticado del mandato de Lula, y es muy probable que Rousseff empeore las cosas. Como opositor de la dictadura militar que gobernó a su país hace años, Lula defendió el respeto por los derechos humanos, las elecciones libres y justas y la democracia representativa. Pero les prestó escasa atención a estas cuestiones durante su gobierno, desestimando los temores sobre los derechos humanos y la democracia en toda la región y otras partes, particularmente en Cuba, Venezuela e Irán. Lula acentuó la actitud brasileña tradicional de no inmiscuirse en los asuntos cubanos, al punto de viajar a La Habana poco después de que un disidente en huelga de hambre muriera en prisión allí. Cuando se le preguntó qué pensaba, Lula prácticamente culpó al huelguista de su propia muerte. También le dio la bienvenida al presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, en Brasilia y Sao Paulo, casi como un héroe apenas tres meses después de que Ahmadinejad se impusiera en la elección presidencial en el 2009, lo cual resultó en una ola de represión violenta. Y, a un año de la elección, Lula viajó a Irán. También hizo la vista gorda frente a la creciente mano dura de Hugo Chávez en Venezuela, sin protestar o cuestionar nunca el encarcelamiento, por parte del líder venezolano, de sus opositores, su persecución a la prensa, los sindicatos de comercio y los estudiantes, o su manipulación del sistema electoral. Las corporaciones brasileñas, especialmente las empresas de la construcción, tienen enormes inversiones y contratos en Venezuela, y Lula ha utilizado su amistad con los hermanos Castro y con Chávez para apaciguar al ala izquierda de su partido, que nunca se sintió cómoda con sus políticas económicas ortodoxas. La postura ambivalente de Brasil respecto de los derechos humanos y la democracia en el gobierno de Lula va de la mano de su actitud hacia la proliferación nuclear. En los años 60, Brasil fue país firmante del Tratado de Tlatelolco, que prohibía las armas nucleares provenientes de América Latina, y así desmanteló su proceso de enriquecimiento y sus instalaciones de investigación durante los años 90 y ratificó el Tratado de No Proliferación Nuclear en 1998. Luego, en mayo de este año, Lula se sumó a Turquía en la propuesta de un acuerdo con Irán sobre su programa nuclear, que Irán nominalmente aceptó pero el resto del mundo no. Mientras que Brasil y Turquía sostenían que el acuerdo había sido aceptado por Estados Unidos y Europa, Estados Unidos exigía -y obtuvo, con el respaldo de Europa- sanciones nuevas y más fuertes de las Naciones Unidas, a las que solo Brasil y Turquía se opusieron. Brasil está en la cúspide de un crecimiento sostenido, una estatura internacional más alta y la consolidación de su clase media. Pero, hasta que desarrolle una política exterior madura que esté a la altura de sus aspiraciones económicas -una política exterior centrada en un liderazgo basado en principios, no en una solidaridad irresponsable de Tercer Mundo-, su influencia global será limitada. * Jorge G. Castañeda, ex ministro de Relaciones Exteriores de México (2000-2003), es profesor global distinguido de Política y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Nueva York.