quarta-feira, 9 de maio de 2012

Cristiano na Madeira

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De la casa con tejado de uralita en la que se crió a la de ahora, en forma de cubo megamoderno y espléndidas vistas a Funchal. O de los cinturones con su logo de su tienda al club de billar donde creció entre parroquianos. Son los rincones de Cristiano Ronaldo en su isla.
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De fondo, casualidades de la vida, suena la voz de la novia de uno de sus principales enemigos en el campo, Gerard Piqué. Es una curiosa versión de La quiero a morir en la que Shakira hasta canta en francés. Pero estamos en Portugal (en Funchal, la capital de Madeira) y en la tienda CR7, con ropa y complementos inspirados, claro está, en Cristiano Ronaldo, flamante campeón de Liga. Ubicada en el barrio de Ajuda en fucsia y gris (ver álbum superior), lo primero que impacta en la tienda es el torso desnudo (y mojado) del jugador en una foto gigante en blanco y negro. No tan grande como la de él y su hermana Elma, la diseñadora de todo, en la planta baja, la dedicada a hombres y niños.
Porque, pese a lo que pueda pensarse, hay una línea femenina, más exitosa incluso que la viril, centrada ésta sobre todo en regalos de fans super madridistas. Lo dicen las dependientas. Y pese a lo que pueda pensarse también, los precios son bastante asequibles (desde 20 euros un anillo) y el estilo, bastante discreto. Vale, no siempre: ahí está ese cinturón de tremendo hebillazo con el logo CR7 por 58 euros. O los pendientazos con la misma sigla por 22 (volver a ver el álbum). Luego hay vaqueros, vestidos, pulseras... Y descuentos del 30%, que la crisis afecta a todos. Quizá por eso Elma posó ligerita con sus criaturas en la revista Hot Magazine.
El apadrinamiento familiar de Cristiano sigue con su otra hermana, Catia. O Ronalda, porque ése es el nombre artístico con el que ya ha sacado en los que se incluye desde la canción Obrigada mano (Gracias hermano) al himno de Portugal en Mundiales varios. No es raro verla junto al resto del clan (María Dolores, la madre; Elma y su otro hermano, Hugo) en la casa del futbolista, en el barrio de San Gonzalo, tranquilo y con espléndidas vistas a la bahía. De hecho, es su punto fuerte, ya que no es el más exclusivo ni caro de Funchal. Más bien, de clase media-alta.

Los partidos, desde la tele

Su casa es un minimalista cubo en blanco impoluto con terraza incorporada, desde la que, más de una vez, se ha visto a Ronaldo y a Irina tomando el sol. Palabra del gasolinero de la esquina. Dentro, continúa el estilo loft, comandado por esa monumental tele de plasma del suelo al techo en el que María Dolores disfruta de los partidos de su vástago. Nada de vallas, nada de seguridad apabullante. O, al menos, aparente. Y sorprende, sobre todo viendo a los otros dos miembros de la familia: un BMW y un Mercedes.
Ronaldo y familia, en su tienda.
La morada nada tiene que ver con la que se crió Ronaldo (el nombre viene del mismísimo os más humildes de Funchal. De protección oficial y tejado de uralita, se atiborraba de goteras cada que vez que llovía. Y ocurría a menudo. Ahora, no es más que un solar pegado a un huerto que hacía las veces de improvisado campo de fútbol. El huerto sigue; la casa no. El dilatado presidente de Madeira (en el poder desde 1978), Alberto Joao Jardim, se cansó de que propios y extraños llegaran, cámara en mano, a la calle Quinta do Falçao para inmortalizar la casa. Y mandó derruirla. «Madeira no es ningún poblado de chabolas», vino a decir. Molesto, Hugo, hermano de CR7, que vivía al lado, ironizó: «Querrán ponerle una estatua».
No fue el caso, aunque más de uno lo apoyaría viendo la aureola de héroe que le sale a Cristiano cuando hablan de él en Madeira. De hecho, es la imagen de la campaña de turismo. Es más, al poco de colgar la iniciativa en su Facebook, Cristiano recibió 25.000 Me gusta y . «Es muy querido porque nunca ha renegado de su origen y siempre intenta ayudar, como en las inundaciones de hace dos años», explica Francisco Afonso, su primer entrenador en el equipo de fútbol del barrio, Andorinha.

Los vecinos del barrio

No todo es color de rosa. «¿Que si me gusta Cristiano? Pues no, es un hombre...». Es la chulesca respuesta que da uno de los tres chavales que recorren la cancha instalada al lado del solar. Va entero de azul y acaba de hacer un regate a su colega, enfundado éste en una ajustada camiseta de la Selección portuguesa. «¿Pero sabéis que aquí vivió Ronaldo, no?». «Pues claro», suelta de nuevo, esta vez dejando colar un deje de vecino orgulloso, «Era amigo de mi tío». Interrumpe la conversación Jessica Fernández, una muñeca de ojos claros que tiene claro que su padre, Efidio, era mucho más amigo: «De pequeño, lo cogía en brazos».
La última vez que CR7 fue al club de billar Quinta Falçao pidió agua. Irina, un helado.
El aludido asoma desde una terraza. Sí, lo vio crecer. Y sí, da fe de que Cristiano se escapaba por la ventana para jugar con su primo Nuno. Y de que el barrio nada tiene que ver con el de hace 20 años. Parte de culpa la tienen los fondos de la Unión Europea invertidos en él. Las calles sin asfaltar y los descampados de antaño han dado paso a zonas arboladas y aparentes chalets. Aun así, lo de la homogeneización urbanística no parece ir con la zona. Cada edificio es de su padre y de su madre, pero poco más se puede hacer debido a la inclinación del barrio, entre montañas laberínticas, como casi todo en Madeira.
La siguiente parada en esta ruta cristiana está en el salón de billares Quinta Falçao. Un grupo de mujeres ve la tele fuera, bajo un toldo verde. Dentro, el ambiente se torna masculino, salpicado de parroquianos apurando su cerveza Coral entre paredes empapeladas con escudos locales y, claro está, su vecino más ilustre.  justo al lado de la del club Marítimo, en el que jugó Joel Santos, dueño del bar y ex adversario de CR7 cuando éste estaba en el Sporting. Su última visita: el verano pasado. «Sigue igual; vino con Irina y jugaron a los dardos y al billar». Ella pidió un helado. Él, agua. Nada de alcohol. Es una máxima del luso, influido por la muerte de su padre a los 52 años por una enfermedad hepática. Pero ésa es otra historia...